Shakira en portada de Revista Diners (Colombia, Enero)

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Las dos son barranquilleras. Las dos, a los 16 años, ya hacían noticia. Sofía Vergara participó como extra de un comercial de Pepsi y el director del mismo, Mario Mitriotti, angustiado ante una nueva exigencia del cliente por rodar una segunda parte del mismo, recordó que una joven extra había paralizado al equipo de producción con su cuerpo perfecto en el primer rodaje. Para el siguiente comercial –en el que ninguna modelo conocida satisfacía el gusto del cliente– se la jugó por esa primeriza y la convenció de que se quitara la ropa y la arrojara en la arena con la intención de no quemarse los pies. La joven lo hizo a pesar de su timidez extrema. El comercial se rodó y se popularizó de inmediato al punto de ser hoy quizás el más célebre de la marca en el país. Sofía, acosada de repente por las cámaras que querían saber de dónde había salido y avergonzada por su repentina celebridad, juraba en ese entonces a los medios que no volvería a hacer televisión para que no la vieran más.

Shakira Isabel Mabarak, a esa misma edad, ya había sacado su segundo disco y pujaba por ganarse un espacio a como diera lugar en el mundo de la creciente farándula colombiana, que no había vuelto los ojos a sus dos primeras producciones –ninguna de las cuales se consigue hoy–, a pesar de que a su corta edad ya cantaba y bailaba en Barranquilla y en Telecaribe era ganadora consecutiva de los concursos de talentos. El periodista Carlos Hugo Jiménez recuerda que un día en que se encontraba ocupado la joven barranquillera lo esperó sentada por dos horas en la salita de espera para que la atendiera en su despacho, justo cuando su nombre ganaba celebridad por un hecho superfluo que nada tenía que ver con la música: el título que se llevó a los 17 años por tener la supuesta mejor cola del país. Con el tiempo, Shakira también realizaría comerciales para Pepsi.

Las dos, entonces, entraron a la celebridad por sus cuerpos y su belleza antes que por su talento real. Las dos, a pesar de su desparpajo caribeño, eran tímidas y vivían la vida aprisa. Sofía se casó a los 18 años y fue madre a los 19. Shakira vivía dedicada a la música desde los trece años y su adolescencia fue más una rutina de cantos, ensayos y obsesión por alcanzar la fama que una pubertad corriente. Las dos, con el tiempo, llegarían a Bogotá.

Ambas, en la capital, entrarían a la televisión y cumplirían con el ritual de que para triunfar hay que pasar por allí. Con la novela El oasis, la joven Shakira logró un protagónico junto al actor Pedro Rendón en una novela en horario triple A producida por Cenpro, sobre un amor incestuoso que tuvo un mínimo éxito, pero que la puso a sonar en un país de telenovelas, a pesar de que ella misma confiesa que actuó mal en su papel como Luisa María Rico, pero que eso le sirvió para recibir un sueldo y pagar las facturas de la época, cuando su familia se encontraba en quiebra. Un desnudo breve suyo en el cabezote de presentación, una canción escrita con Estéfano y el estribillo que repetía “un oasis de placer en este mundo quiero ver” puso de relieve su nombre en sus inicios. Hoy es imposible conseguir la telenovela y corre el fuerte rumor de que
la artista compró los derechos para impedir que alguien la vea.

Sofía Vergara, por su parte, acababa de ser mamá cuando también migró a la capital de Colombia para estudiar odontología, una carrera que nunca terminó. Su hijo Manolo había nacido del matrimonio temprano de la joven, que sin embargo sólo duró dos años. La carrera quedó trunca porque su porte de facciones precisas con intensos cabellos rubios la catapultaron a la fama, y cuando menos se lo esperaba le surgieron portadas de revistas con fotos cada vez más sensuales centradas en su figura voluptuosa y contratos publicitarios que la llevaron a abandonar su decisión de estudiar con juicio y alejarse de las cámaras. La joven llegó a la televisión, ganó el concurso de la modelo del año, fue presentadora, realizó calendarios y pronto migró a Miami, donde desapareció para siempre su famosa timidez. Allí apareció en revistas como Vanity Fair, People y Maxim, triunfó como conductora de los programas Fuera de serie y ¿A qué no te atreves? y fue portada de más de cincuenta publicaciones mundiales. Parecía haber tocado el cielo, pero le faltaba.

Lo mismo le ocurría a Shakira. A los dieciocho años la joven, radicada en Bogotá, se la jugó con su tercera producción, Pies descalzos. El éxito fue inmediato. Vendió cinco millones de discos. Emilio Estefan apareció en ese momento y desde Miami trabajó el ascenso de la joven a la fama, que le llegó dos años después con ¿Dónde están los ladrones?, el álbum que la convirtió en una estrella en el mercado hispano y que convirtió sus movimientos de cadera y su voz en un referente de Colombia.

Desde entonces se radicaría en Estados Unidos y al igual que Sofía Vergara, aprovecharían su desparpajo barranquillero, su juventud, su origen y sobre todo esta vez su talento para posicionarse en un mercado difícil, en el que los latinoamericanos se limitaban a trabajar con el público hispano y pocas veces penetraban en el mercado en general. Casi al mismo tiempo, las dos se abrieron campo con el inglés y se hicieron a un lugar en el mundo anglosajón, lo que equivale a decir en el mundo entero, gracias a la capacidad de mercadeo y a la penetración que tiene lo que se produce en el país del norte.

Sofía Vergara había aprendido el inglés en Barranquilla y eso le permitió incursionar en el cine en 2002, cuando debutó en Hollywood en la comedia de Disney Big Trouble (El gran lío). El idioma y su actitud alegre la llevaron a ser la imagen de Visa, McDonald’s y Miller, a aparecer en un capítulo de Guardianes de la bahía, a presentar premios en los MTV y Lo mejor de lo nuestro. En 2009 la actriz llegó a Broadway para hacer el papel de Mama Morton en la galardonada obra Chicago, donde tuvo que cantar en vivo con voz de mezzosoprano y ejecutar el papel que consagró a Queen Latifah en la película ganadora del Óscar. Para su propia sorpresa, le fue bien y se ganó aplausos como cantante.

Shakira, por su parte, enterró la actuación y aprendía el inglés tarde, pero con una obsesión y una devoción que la llevaron a dominarlo casi a la perfección. Se dio a la tarea de interiorizarlo hasta el punto de poderlo hablar y de componer en él, primero con la ayuda de los Estefan y luego ya por su cuenta. Servicio de lavandería, su siguiente disco, que apareció en 2001, la puso a sonar en el mundo anglo. Aún era poco, apenas un atisbo, y el mercado la exigía más esbelta, salvaje y descarada en sus movimientos. Ella lo hizo cuando en 2005 presentó los dos volúmenes de Fijación oral, en inglés y español, y en 2009 el disco Loba/ She Wolf, que la consagraron ya no sólo en la industria estadounidense sino en el ámbito mundial. Ganadora de premios Billboard, de MTV, de World Music Awards y de premios Grammy, prácticamente le queda poco por ganar.

Paralelamente, las dos barranquilleras invertían su tiempo en causas sociales. Shakira a través de su fundación Pies Descalzos y Sofía –quien recibió un premio como ejemplo hispano por parte de la Nobel de paz Rigoberta Menchú– como madrina de la fundación Peace and Hope. Y ambas tenían un recuerdo doloroso de país. Sofía había perdido a su hermano mayor en 1998, luego de que fuera secuestrado y asesinado. Shakira también perdió a un hermano, que murió a causa de un accidente por un conductor que iba borracho.

Pero el éxito definitivo les llegó a ambas en este 2010.

Sofía Vergara, a sus 38 años, logró entrar a formar parte de Modern Family, la serie que los miércoles a partir del otoño pasado se convirtió en la favorita de los estadounidenses y que narra la vida de una familia extendida y muy diversa, a manera de documental. La propuesta televisiva se llevó el premio a la Mejor comedia del año en los Emmy, y una nominación para la colombiana como una de las mejores actrices de comedia por su papel como Gloria, una bomba latina sensual con un hijo previo, casada con un hombre de mayor edad. Este año, además, fue entrevistada por Larry King, David Letterman y Oprah Winfrey, entre otros, y acaba de ser elegida para ser la voz de Odile, en el gran estreno del verano de 2011, Los Pitufos, y una voz en Happy Feet: el pingüino 2, que llegará también en 2011 y que contará, entre otros, con Matt Damon y Brad Pitt.

Shakira, por su parte, retomó el canto Waka Waka del grupo camerunés Zangalewa y logró ser la artista oficial del Mundial de Fútbol que vio coronarse campeona a España este 2010. A sus 33 años, fue vista en todos los televisores del mundo, participó en la inauguración oficial del Mundial, y no hay hoy en día cadena ni medio de comunicación del mundo del entretenimiento que no hable de ella, ni lugar del planeta en el que se haya presentado que no llene escenarios ni país en el que su nombre no tenga hoy una inmediata recordación. Para rematar el año lanzó su disco Sale el sol e inició una gira de conciertos por Europa. En resumidas cuentas, es una figura mundial.

Ambas, ahora que están en la cúspide y que la morena Shakira se tiñó de rubio y la rubia Sofía se tiñó de pelo negro, reciben más críticas que nunca. Shakira por el nuevo disco, considerado de menor calidad que sus anteriores, y Sofía Vergara por seguir el molde de las latinas consideradas tontas y por sus comentarios sobre la cultura latina. Sin embargo, las dos están poniendo a sonar a Colombia como nunca y arrasan sin duda alguna. Shakira a través de su música y de su origen y Sofía a través de su frase cotidiana de cada programa: “En Colombia, nosotras…”.

Sus vidas paralelas desde el lugar de origen y coincidentes en años, caminos recorridos, historias de vida y fama se unieron de nuevo en 2010. Hoy por hoy han conquistado los mercados más difíciles del mundo y sus nombres ya se imprimen en letras de molde en los diarios y tienen detrás nubes de paparazzi registrando sus amores y sus movimientos. El 2010 fue su año, el mejor de sus vidas. Y sin duda la mejor publicidad para un país que las ve triunfar de lejos pero que las admira de cerca.

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