Buenas tardes:
Muchísimas gracias por esta invitación a participar en esta Cumbre Empresarial.
Hoy nos reunimos aquí para hablar sobre el futuro de las Américas, una región que como bien sabemos aún tiene graves desigualdades sociales que impiden el pleno desarrollo de nuestros países.
Y Estoy convencida de que, por lejos, la mejor forma de combatir la pobreza en América latina es invirtiendo en la educación de nuestros jóvenes y niños, y hacerlo especialmente desde los meses previos a su nacimiento, y creo firmemente que esta inversión social debe provenir no solo del gobierno, sino de todos nosotros, incluida la comunidad empresarial.
Este convencimiento esta puramente basado en la experiencia espectacular que he tenido trabajando en educación por varios años y que quiero compartir con ustedes hoy.
La desigualdad en América Latina como ustedes saben está entre las peores del mundo y estos niveles tan altos de inequidad nos hablan del fracaso de generaciones pasadas de líderes políticos y empresariales latinoamericanos en ofrecer un crecimiento económico integral.
Pero no estoy aquí para llorar sobre la leche derramada, ni para reflexionar sobre del pasado, sino más bien sobre los pasos que creo podemos dar de cara al futuro para que nuestras naciones no fracasen otra vez y que, por el contrario, realicen el enorme potencial que se vive en sus cientos de millones de jóvenes.
Sé que cada uno de ustedes trabajan con sus propias fundaciones, así que no estoy aquí para hablarles de iniciativas de caridad; sino de inversión social. En esta sala se encuentran algunos de los hombres y mujeres más poderosos de América Latina; gente con liderazgo, recursos e inteligencia, así que por qué no aprovechar esa inmensa oportunidad que tenemos en nuestras manos para luchar contra la pobreza y encontrar juntos soluciones inteligentes a los problemas comunes de nuestra región.
Existe una enorme de evidencia de que educar a los jóvenes es la mejor inversión que una nación puede realizar puesto que ofrece los retornos más inmediatos. ¿Por qué? Porque los niños crecen rápido.
En algunas de las economías de más rápido crecimiento del mundo, como China, la educación es una de las máximas prioridades nacionales.
Y el día 10 de este mes precisamente el secretario de educación de Estados Unidos Arne Duncan anuncio otra expansión de 133 millones de dólares en adición a 533 millones ya anunciados en programas de alta calidad de educación temprana.
En este tipo de educación es en la que quisiera hacer especial énfasis el día de hoy; La evidencia académica indica que el mayor índice de retorno para la sociedad como resultado de la educación proviene de la inversión en los años previos a que el niño ingrese al jardín de infantes.
Y el nivel de habilidad que un niño tiene a esa edad es el mejor predictor de cómo se desempeñará en la escuela secundaria y en su desarrollo académico posterior y en los trabajos que lleven a cabo durante su vida adulta. Por esa razón, yo creo que en América Latina no podemos quedarnos atrás y debemos el sector empresarial como el gubernamental, tener como máxima prioridad crear y financiar por completo programas eficaces de Desarrollo Infantil Temprano.
Está demostrado que por cada dólar que se invierte en la educación temprana de un niño, ese mismo niño devuelve 17 dólares al estado en su vida adulta. Por 1 dólar invertido, 17 de retorno. Ustedes que son expertos en los negocios, señores, está claro que esto es un buen negocio para todos! Para el estado, para la sociedad civil y para nuestras economías.
Los primeros seis años de vida de un niño son los que determinan su futuro en la vida porque a través de ellos se forman su cerebro, su capacidad de aprendizaje, sus facultades psico-motrices y su capacidad de relacionarse con los otros.
Es por eso que una buena nutrición, estimulación y apoyo durante sus primeros años, son tan fundamentales en su desarrollo.
Hace algunos años, se hubiera dicho que la inversión en educación era la responsabilidad enteramente del gobierno, y que no corresponde al empresariado. Sin embargo, como estudiante que soy en este tema de la educación he tenido el placer de ver que esa forma de pensar es cada vez más obsoleta y anticuada entre las empresas más importantes del mundo y los líderes empresariales de hoy.
Como dice Michael Porter, profesor de Harvard, las mejores empresas de hoy en día tienen una filosofía llamada “valor compartido”, cuyo objetivo es hacer solo aquellas cosas que, simultáneamente, aporten beneficios y valor para las comunidades en las que operan.
También me ha alentado muchísimo el modo en que el compromiso con la filantropía personal se está extendiendo entre líderes empresariales de todo el mundo, inspirados por el ejemplo de Bill Gates que, como ustedes saben, ha convertido el mejoramiento del sistema escolar de los Estados Unidos en el principal objetivo de su fundación benéfica en ese país.
Para mí, lo mejor del valor compartido y del “filantrocapitalismo” (que, a propósito, es el título de un estupendo libro que les recomiendo), es el practicado por Bill Gates y el que considera una inversión, y no una acción benéfica tradicional.
Este tipo de acción consiste en aplicar la mente y las estrategias empresariales para resolver los problemas sociales. La acción benéfica tradicional por lo general apunta a aliviar los síntomas de los problemas sociales, lo cual es importante, pero no tan importante como resolver esos problemas, la raíz de esos problemas.
Creo que en América Latina tenemos una inmensa oportunidad para desarrollar nuestra acción benéfica tradicional a través de las llamadas fundaciones de caridad y convertirla en algo mucho mas grande aun, en una gran inversión social de liderazgo mundial, y esto sucederá, estoy segura si especialmente nos concentramos en la educación.
De todos los problemas sociales que vale la pena resolver, la educación es la que más se encuadra en el propio interés empresarial a largo plazo. Después de todo, es la mejor manera de garantizar una disponibilidad sostenida de trabajadores calificados en las próximas décadas. (Es por eso que en los Estados Unidos, por ejemplo, una empresa como ExxonMobil invierte millones de dólares al año en subvenciones para mejorar la enseñanza de matemática y ciencias). Ayudar a una persona a salir de la pobreza, es lo que la educación suele hacer, entre varias razones, porque crea un cliente potencialmente valioso y por eso, este tipo de inversión junto con muchos otros beneficios, representa lo mejor para ustedes, y para sus empresas.
El valor compartido consiste en utilizar todos los activos de la empresa, cuando sea posible, para el bien social.
Eso es lo que en mi opinión constituiría un cambio radical en nuestra sociedad. Y nos convertiría en una sociedad realmente moderna.
En octubre pasado, tuve el honor de ser designada por Barack Obama para integrar la Comisión Asesora de la Presidencia para la Excelencia Educativa de los Hispanos de los Estados Unidos. Allí estoy trabajando junto a algunas personas destacadas, incluidos líderes empresariales de compañías como AT&T y Univisión. Realmente creo que es imprescindible que en América Latina los líderes empresariales participen en servicios públicos similares, sobre todo teniendo en cuenta el conocimiento que pueden aportar en la economía mundial moderna.
Otra forma de filantrocapitalismo puede consistir en facilitar sus mejores diseñadores de productos para que trabajen en crear formas accesibles de prestar servicios a personas que actualmente están excluidas del mercado, utilizando la infraestructura física controlada por una empresa. Por ejemplo, facilitando ancho de banda en redes de telefonía móvil para ofrecer materiales educativos a bajo precio. Esa es una idea. Tengo entendido que Telecom Argentina está estudiando cómo hacerlo para las comunidades rurales remotas, en colaboración con la Universidad de Stanford.
Otra manera podría ser la donación de tiempo de los empleados de una empresa como mentores de niños en centros educativos.
Otro ejemplo puede ser que las empresas que venden alimentos y bebidas a personas humildes, tienen la oportunidad de mejorarles su capacidad física para aprender incorporando una nutrición adecuada en sus productos y su mercadeo, no simplemente promocionando dietas saludables, sino incluyendo micronutrientes esenciales en sus productos. El Programa Mundial de Alimentos considera que las asociaciones entre los gobiernos, las organizaciones benéficas y las empresas como Coca-Cola, que hizo una prueba piloto con NutriJuice —una bebida fortificada específicamente destinada a suministrar hierro a los niños con deficiencia de hierro en las Filipinas— significan que en diez años es posible terminar con la desnutrición infantil a nivel mundial. Así que invito a cualquiera de ustedes que pueda colaborar para que esto suceda a cumplir con su parte.
A los aquí presentes que tengas empresas alimenticias, ustedes pueden colaborar a poner fin a la desnutrición lo cual resultaría en niños mejor formados, con una capacidad cerebral y de aprendizaje más desarrollada. ¿Qué retorno de inversión puede ser mejor que este? Me pregunto yo.
También sería fantástico ver a un mayor número de nuestros exitosos líderes empresariales de las Américas salirse del sistema tradicional de caridad y abrazar el filantrocapitalismo con el mismo entusiasmo que Bill Gates, que Warren Buffett, y que su hijo y mi querido Howard Buffet, y otros tantos que se suman a ellos.
Personalmente, creo que es estupendo el espíritu de la campaña “the giving pledge” lanzada por Gates y Buffett, por la cual piden a sus colegas multimillonarios que prometan públicamente ceder la mitad de sus fortunas. Ojalá lleguemos a tener una versión latinoamericana del famoso “Giving Pledge”. Imagínense si todos los líderes empresariales de América Latina se alentaran entre sí para dar más, y compitieran por escribir los cheques más altos y por ser reconocidos como aquel que marca la mayor diferencia en el mundo de hoy gracias a sus donaciones. Si bien se que ustedes son personas que cada día dan a la sociedad. Creo que aun podemos dar mas.
Basada en mi experiencia personal de estos 17 años que llevo invirtiendo en educación y respaldándola, puedo afirmar este trabajo me ha brindado los mejores momentos de mi vida, tanto o más que mi carrera artística, porque he comprobado que cada dólar y cada esfuerzo invertido en las escuelas y en programas educativos simplemente, da resultados. Me encanta dedicar tiempo, dinero y esfuerzo en promover la educación, en la misma medida en que me encanta hacer música. Porque la inversión en educación jamás me ha defraudado!
He aprendido que cada uno de nosotros puede marcar una diferencia considerable, si nos ocupamos de nuestra filantropía de una manera sobretodo estratégica.
En mi país, Colombia, junto con la Fundación Pies Descalzos, hemos construido y gestionado una red de escuelas en colaboración con el gobierno para ofrecer a los niños de las comunidades desplazadas nutrición y educación básica de alta calidad. Nuestras escuelas son más que escuelas: son centros comunitarios donde las familias pueden reconstruir sus vidas y proporcionar a sus hijos un futuro mejor. Con la Fundación Pies Descalzos, hemos construido y continuamos gestionando 6 escuelas que ofrecen educación desde la primera infancia hasta la escuela secundaria. Beneficiando a más de 6000 niños y jóvenes y 30.000 personas en sus comunidades.
Hemos acompañado a niños que podrían haber sido reclutados por la guerrilla o paramilitares por las condiciones de pobreza extrema y conflicto en las que viven y que hoy por el contrario están de camino a la universidad, preparándose para ser ciudadanos de bien; eso es lo apasionante de invertir en educación.
Con la Fundación ALAS, nuestro objetivo ha sido movilizar y sensibilizar a los diferentes sectores de la sociedad sobre la importancia y la urgencia de invertir más en el desarrollo infantil temprano.
Y si algo he aprendido es que la fórmula para el éxito en estas iniciativas se produce trabajando en conjunto, generando alianzas entre el sector público y el privado.
Ayer anunciamos la Alianza “Primero es lo primero” una alianza del sector público y privado para construir 13 centros en Colombia y estamos muy apasionados por este proyecto.
Sin embargo, aún hay mucho por hacer en México, Brasil y Centroamérica. Necesitamos más alianzas entre ustedes y los gobiernos locales para cubrir las necesidades básicas de esos 35 millones de niños de América Latina que no tienen acceso a una estimulación de nutrición y educación adecuadas en sus primeros años de vida.
Con Alas en la Argentina, apoyamos al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con 2 millones de dólares para Centros de Primera Infancia.
En Brasil, hemos forjado una alianza con el gobierno federal para promover la mejor calidad de la educación de la primera infancia y que el gobierno construya cien centros.
En México, comenzamos a trabajar en Quintana Roo con diez centros para la primera infancia, dos de ellos se inaugurarán este año..
Nuestro objetivo es continuar esta trayectoria de crecimiento y construir 15 centros de desarrollo infantil temprano por año en toda la región.
Para lograrlo, planeamos forjar alianzas con al menos 15 empresas líderes, porque con estas tareas hemos comprobado cuánto podemos lograr si trabajamos en conjunto.
Y de esto quería hablarles…
Quiero invitarlos a todos a formar parte de este movimiento por la primera infancia.
Propongo específicamente que a través de Luis Alberto Moreno y juntos con empresarios como Alejandro Santo Domingo que está aquí presente y es quien mi gran aliado en esta causa, que diseñemos una estrategia inteligente para ayudar a cubrir las necesidades esenciales de nuestros niños latinoamericanos, necesitamos construir nuevos centros de educación temprana en toda Latinoamérica, necesitamos financiar programas dirigidos a este sector de la población de 0 a 6 años de edad.
La atención a la primera infancia reclama urgentemente de nosotros, y en una escala mucho mayor.
Para tener éxito, esta causa exigirá la participación de todos.
Desde nuestras diferentes áreas, así que hoy quiero invitarlos a ustedes, los integrantes del mundo empresarial, a que trabajemos en conjunto con el sector público para invertir en educación, que es el futuro de nuestros niños y el futuro económico de nuestras naciones.
Los invito a que de la mano demos juntos este paso histórico, que marquemos un antes y un después en Latinoamérica, y los invito a que se embarquen conmigo en esta experiencia que les prometo será fascinante.
Este es el momento para construir la América Latina próspera, segura y fuerte que nos merecemos y que siempre hemos deseado.