- A pesar de que la colombiana ha demostrado su amor a Barcelona por su relación con Piqué, el público madrileño pasó por alto este hecho y se entregó la cantante.
- Fue un show impecable en el que nuevamente la intéprete demostró que es una reina y una diva del escenario.
“Estoy muy feliz de estar aquí Madrid. Con la gente que me ha dado todo. Esta noche Madrid soy toda tuya”. Así de contundente y agradecida se mostró la colombiana ante más de 30 mil personas que colmaron anoche en el estadio Vicente Calderón para vivir la magia musical de una de las artistas más importantes del pop mundial: Shakira.
Con un pantalón ceñido a su piel y una chaqueta de piel de color marrón, Shakira arrancó un espectáculo e interpretó sin perder tiempo, ‘Te dejo Madrid’ y, a partir de ahí, la histeria colectiva de los presentes no se hizo esperar.
Shakira en la capital española juega de local siempre. El clima, el ambiente y la alegría que se vivía en el público presagiaban que esta sería la noche mágica de la colombiana.
Arropada por una banda acoplada, que la sigue desde hace muchos años, la nueva reina del pop nunca falla. Su show es casi perfecto, sin elementos exagerados donde lo que prevalece es la calidad musical y la puesta en escena se adorna de pantallas gigantes que permiten no perderle detalle a la cantante, la cual no deja de moverse en ningún momento.
PODEROSA
En esa pequeña mujer de aspecto amable y dulce se esconde una cantante increíble que ha logrado a través del tiempo lo imposible: llenar estadios, vender millones de discos y convertirse en una marca como la Coca Cola.
Pero volviendo al concierto la bella barranquillera siguió con canciones como ‘Inevitable’.
Sobre esta melodía Shakira hizo una mención especial: recordó que la compuso en una playa cercana a su ciudad. “Es una de las mejores canciones de mi repertorio”, declaró.
Luego interpretó su versión de Metallica, ‘Nothing else matters’, un tema que adornó con elementos musicales andinos y árabes, que dieron paso a un cuadro sacado de un ambiente gitano, que resaltó con una falda de color turquesa y un top plateado.
Su percusionista y ella unieron sus fuerzas y en medio de la agitación musical, la artista se tiró al suelo y quedó en silencio para dar paso a ‘Gitana’.
Vendría después ese tema volcánico que es ‘La tortura’ y, a partir de ahí, el vientre plano de la colombiana no dejó de moverse como si tuviera en su interior una serpiente que producía movimientos sensuales que muchas jóvenes intentaban de imitar.
Luego de esta agitación rítmica surgiría ‘Sale el sol’, una canción de esperanza y de luz que la intérprete cantó con el corazón para aquellas personas que viven momentos tristes y dolorosos en sus vidas.
Seguiría ‘La intuición’, ‘Loca’ y ‘Loba’, éstas últimas sirvieron para que Shakira se acompañara de dos hermosas bailarinas que desplegaron con “la jefa” un derroche de movimientos sensuales que dejaron atónito a más de uno.
Aquí no terminaba todo: Shakira soltaría su trallazo musical, Hips Don't Lie, y el respetado vibró como nunca. Fue el momento de la cantante para enviar un mensaje a su tierra que la vio nacer: Barranquilla.
El final de la noche no podía ser menos espectacular. Las pantallas se iluminaron de imágenes de niños africanos que hablaban de sus sueños.
Durante esos segundos un grupo de pequeños subió al escenario y una lluvia de serpentinas de colores fueron el presagio de que vendría la canción más escuchada en todo el mundo durante los últimos meses: el ‘Waka waka’.
De esta forma Shakira se despidió de ese público que nunca dejó de sentirla. La cantante demostró una vez más que su grandeza musical no es una quimera. Por el contrario: es la muestra evidente de una mujer de empuje capaz de doblegar las adversidades y de enseñarnos que con la música también se puede ser feliz.
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