La Otra Shakira, Entrevista de Magazine del Periòdico La Vanguardia (Esp.)

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Sorprende que con todo el poderío de su voz hable tan bajito, pero la mujer menuda que recibe al Magazine casi perdida en un sofá Chester blanco no necesita alzar la voz para hacerse oír. Lejos del escenario, Shakira no pierde un ápice de su fuerza. Mira a los ojos y de frente. Sin doblez. Segura de sí misma a base de éxitos, proyectos de futuro, y cambios de imagen conquistados uno a uno.

No hay ni rastro de diva en ella, que lo es y de las grandes. Sólo había que ver cómo estaba de lleno el madrileño Palacio de Santa Bárbara para acercarse a ella durante la presentación de su primer perfume, S by Shakira. Los periodistas, tribu de escépticos, esperan su aparición cargados de discos, camisetas y mil peticiones de autógrafos que ella firma sin tener prisa aparente. La estrella que con tanto ritmo loó la intuición femenina, domina el código de la complicidad instantánea.

Shakira Isabel Mebarak Ripoll tiene 33 años que no aparenta y algunas pecas disimuladas por un buen maquillaje que, aliadas con su sonrisa abierta, le dan un aspecto travieso. En árabe su nombre significa “mujer llena de gracia”, y quien se lo puso acertó de pleno. No como ese visionario director de coro que, a los 13 años, no la dejó entrar en el de su colegio molesto con su vibrato y porque, según él, cantaba como una cabra. A alguien tan inconformista y luchador como Shakira, que a los ocho años ya escribía canciones de amor, el rechazo le debió de sentar como una patada en el estómago. Quizá fue entonces cuando descubrió el valor de la perseverancia y el esfuerzo, que aún hoy forman parte de su equipaje vital.

Ultimando nuevo disco en español para el otoño, estrenando perfume, haciendo que medio mundo baile su Waka Waka, con gira en mente, activa e implicada en proyectos para el acceso a la educación de los niños más desfavorecidos… ¿ tiene tiempo para una vida privada? Sí, aunque no se pliegue a formalismos como una boda “de foto”, que dice ella. Lleva nueve años de noviazgo con Antonio de la Rúa, “mi mejor apoyo”, y le gusta estar rodeada siempre de alguien de los suyos. Está preparada para ser madre, pero sin urgencias.

La vista se va inconscientemente a sus famosísimas caderas, domadas por un elegante traje de chaqueta negro. Además de las calorías que quema con el baile, se notan los resultados del método de Tracy Anderson, la entrenadora de Madonna, Gwyneth Paltrow o Kristen Davis, entre otras celebrities. Confiesa, con un poso de ternura, su adicción al chocolate: “No he pasado un solo día de mi vida sin comer algo dulce”.

¿Es verdad que escribía canciones en las bolsas de mareo de los aviones?
¿Cómo sabe eso? Sí, sí, lo he hecho alguna vez, pero no es un hábito. Si tengo a mano una hoja de papel común y corriente también sirve. Pero eso era antes, ahora… ¡tengo mi Blackberry! Pero lo de las bolsas y los papelitos era más romántico, desde luego.

Se ha involucrado mucho en la creación de su fragancia.
Han sido tres años de trabajo y muchísimas reuniones por todo el mundo –Barcelona, Madrid, Canadá, las Bahamas–, hasta que fuimos forjándola, añadiendo unos elementos y suprimiendo otros. Es un proceso muy delicado en el que he tenido que usar mis sentidos al máximo. Lo comparo mucho con la creación musical. No es casualidad que en un perfume se hable de notas y acordes: una guitarra aquí, un piano allá y, de pronto, te das cuenta de que el conjunto funciona. S by Shakira ha significado para mí un viaje sensorial único para lograr una fragancia que yo me puedo poner todos los días de mi vida, y que siento que es perfecta para mi piel. Quise que tuviera capacidad de seducción y atracción, que despertara misterio y enigma.

Usted misma es un poco enigmática. Resulta difícil conocerla fuera del escenario...
Soy una mujer con las pasiones y los deseos y los sueños de una mujer. Si me tuviera que definir, diría que soy muy mujer.

¿Y eso qué significa?
Estamos muy enfocadas en el detalle ¿verdad? La mujer tiene una visión de águila para las cosas. En general, tenemos una gran capacidad de entrega en el trabajo y somos capaces de distribuir nuestro tiempo y nuestras energías en millones de cosas. Queremos ser buenas madres, buenas compañeras, buenas hijas, buenas trabajando...

¿Demasiado autoexigentes?
A veces se nos olvida que la felicidad también puede estar en dejarse ir, en aceptar, y en equivocarse. Yo, con el tiempo, me he vuelto mucho más flexible. Me acepto mucho más a mí misma y a mis equivocaciones, y eso también te ayuda a aceptar mejor los defectos de los demás. Cuando eres muy dura contigo misma, tiendes a juzgar a los demás con la misma exigencia. Vivir es también entender al género humano e ir aprendiendo que no es necesario poder con todo, que estamos hechos de carne y hueso, y que fallamos más de lo que acertamos.


Su fragancia se adorna con un amuleto. ¿Es usted supersticiosa?
Poco. Tengo alguna cosilla, pero intento ser pragmática, creer en mí y en lo que veo. En lo que puedo tocar.

Con 18 años, cuando algunos jóvenes intentan dilatar el momento de hacer frente a sus responsabilidades, usted creó la Fundación Pies Descalzos, para ayudar a la infancia más desfavorecida de su país, Colombia.
Nací y crecí en un país en el que las oportunidades no sobran, y en el que hay muchos niños que no tienen cubiertas las necesidades más básicas de un ser humano, ni acceso al sistema educativo. Siempre sentí que tenía que haber alguna salida para todos aquellos que nacen en la pobreza extrema. Por difícil que sea, hay que intentar romper el círculo de que, el que nace pobre, tiene necesariamente que morir pobre. Yo he visto con mis propios ojos –no porque me lo hayan contado los expertos, ni lo haya leído en los libros– que la educación es la herramienta más eficaz para transformar las vidas de la gente. Para cambiar el destino.

En la página web de Pies Descalzos, usted escribe: “Podemos ser la generación que lleve la educación a cada niño del mundo”. ¿Peca de optimista?
Estoy al menos convencida de ir por el buen camino. Uno de los objetivos de desarrollo del milenio de la ONU planteaba que cada niño del mundo tuviera acceso a la educación primaria en el 2015. Obviamente no vamos a llegar, estamos muy lejos de una meta a la que se comprometieron los líderes de tantos países. Vamos lentos, pero lo que sí noto es un aumento de la concienciación. Creo que cualquier cambio tiene que empezar en la sociedad civil, en los jóvenes, en los padres… Hemos de exigir a nuestros gobernantes que cumplan sus promesas, las promesas que hicieron a los 72 millones de niños en el mundo –32 millones africanos– que están fuera del sistema educativo. Se van haciendo cosas: coincidiendo con el Mundial de fútbol de Sudáfrica se ha lanzado la campaña 1 Goal, respaldada por la FIFA.

¿Cómo lleva su novio, Antonio de la Rúa, estar un poco a su sombra?
Él es abogado y tiene sus propios negocios y asuntos, pero es también la persona en la que me apoyo para tomar todas las decisiones de mi carrera. Trabajamos cómplices, somos una pareja muy completa. Antonio es mi más firme apoyo, siempre lo ha sido.

También comparte sus inquietudes por la infancia.
Con Antonio y mucha más gente, como Alejandro Sanz, creamos la Fundación Alas, a la que él dedica gran parte de su tiempo. Se centra, sobre todo, en promover la educación temprana, de 0 a 6 años, en América Latina. Sabemos que la salud, la nutrición y la educación en esos primeros años de vida son fundamentales para su futuro desarrollo. Es una experiencia maravillosa porque cada día contamos con más apoyo. No es una fundación que recaude dinero, nos movemos a nivel gubernamental, haciendo lobby con los gobiernos.

¿Se ve de presidenta algún día?
Nooooo. Yo siento que la política, poder participar en el destino de nuestras naciones, es una obligación, un deber y un derecho. Pero no estoy interesada en ejercer un puesto político.

¿Cómo valora la polémica ley de inmigración de Arizona (EE.UU.)?
Es una ley discriminatoria que afectará a miles y miles de familias hispanas que son ya parte pujante de la economía norteamericana. Es precisamente por la mano de obra latina, que es económica y eficiente, que muchas compañías manufactureras no se han ido a otros mercados como China y se han quedado en Estados Unidos. Creo que merecemos mejor trato y que no debemos, en ningún momento, bajar los brazos. Ojalá que esto sea una voz de alarma al congreso de Estados Unidos para que encuentre una solución humanitaria al problema de los 11 millones de inmigrantes ilegales que son parte del sistema productivo, económico, social y cultural del país, pero que no tienen ningún tipo de protección del Estado.

¿Qué es lo último que ha sabido por intuición, usted que la ha cantado tanto?
Intuí que cantaría en el Mundial pero, desde luego, lo que no supe fue quién lo ganaría. Pero… ¿sabe lo futbolera que me he vuelto con el Mundial? Pregúnteme lo que quiera de fútbol, que se lo puedo contestar. ¡Amo el fútbol! Gracias a él me he dado cuenta de que puedo hablar mucho más con los hombres.

Sí, el fútbol da mucho tema de conversación, pero seguro que a usted le hacen caso igualmente…
Bueno, ellos tienen una capacidad de concentración un poco menor que nosotras. A menos que les estés hablando de fútbol. He descubierto que con este deporte me dan un tiempo ininterrumpido de atención. Creo que he aprendido un poco su lenguaje. Ayer tuve una conversación de 20 minutos con mi hermano sólo de fútbol. ¡Nunca había hablado con él 20 minutos seguido por teléfono porque es un lujo!

En sus primeras canciones hay amor, desamor, y mucho “si me dejas y vuelves, yo ya no estaré aquí”. ¿En la vida real daría segundas oportunidades?
Antes era muy inflexible, ahora no tanto. Creo en las segundas y hasta en terceras oportunidades; ahora.más de tres no ¿eh? Habría que desarrollar mucha paciencia. Creo que el amor es multifacético, dinámico, siempre cambiante, nunca constante, nunca estático… La sociedad quiere siempre hacernos creer que el amor es como una foto, que no cambia. Y los días, las circunstancias, nos van transformando. El amor puede ir creciendo, puede ir superando crisis o quedándose en ellas. Puede ir desmoronándose en cada una de las crisis, o haciéndose cada vez más fuerte.

Ha cambiado muchas veces de imagen. ¿Se gusta más a sí misma ahora?
Me siento conforme con mi imagen. Siempre aspiramos a ser mejor, a tener mejores hábitos alimenticios... Yo soy muy adicta al chocolate, lo confieso. No ha pasado un solo día de mi vida sin que coma dulce. Necesito el azúcar. Pero obviamente me cuido, aunque en eso no sea muy discipli­nada.

En otoño sacará nuevo disco, esta vez en castellano. ¿Ya sabe con quién rodará su próximo vídeo, después de triunfar con el de Rafa Nadal?
¡Ja, ja! Rafa Nadal es guapísimo y lo hizo de maravilla, pero aún no sé quién será el próximo.


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