La escena inicial sirve de resumen: en un ambiente más que relajado, Shakira arranca su concierto desde una de las tribunas del coqueto Palais de Bercy, en París. Sin histerias, saluda a una familia: ¡Una familia "tipo", de verdad!. Y así es lo que sigue: multitarget, multitasking...multitodo. Así es la colombiana, y en su nuevo disco en vivo enseña el camino del afán globalizador.
En vivo desde París, en registro de audio y fílmico, replica en buena medida el show que Shakira dio en la Argentina a mediados de año. Musicalmente, el repaso por una cantidad sorprendente de hits está sostenida en un grupo de músicos sólidos como una piedra, fundamentalmente las cuerdas de Tim Mitchell (ex Bob Seger, también director musical del espectáculo) y Grecco Buratto.
La colombiana se mueve con comodidad, aunque sin sorpresas en lo interpretativo. No hay ninguna revelación: el falsete de Shakira es amado u odiado, sin términos medios. Y el registro en vivo, que por momentos lo exacerba, confirmará la valoración de unos y otros. En lo visual, lo felino de sus movimientos es impactante.
Lo que sí sorprende es la firmeza conceptual del querer abarcarlo todo. La idea de Shakira como un espectáculo global, que toma un poco de aquí y de allá, está construida a cada milímetro. Hay mucho de cálculo y algo de audacia (en por ejemplo, la versión de "Despedida" que antecede el peculiar cover de "Nothing else matters", de Metallica).
El transcurso del recital marca el recorrido hecho. El origen y centro magnético de Shakira fue y es el pop rock, algo que muchos olvidaron con sus recientes exhibiciones dance. En el comienzo, "Te dejo Madrid" y, fundamentalmente, "Si te vas" (que no aparece en el disco, pero sí en el DVD del recital) ponen las cosas en su lugar.
Después, la impronta árabe y algunos ritmos colombianos forman un hilo homogeneizador para expresiones culturales diversas, desde el reggaeton de "La tortura" hasta la típica balada para FM estadounidense "Underneath your clothes".
La cantante se asume como global y visible al máximo en el star system también en otros aspectos. Al cambiar la letra de su vieja canción "Inevitable" y tirar "Si es cuestión de confesar / no sé preparar café / y ahora entiendo de fútbol" ella sabe que todos saben de lo que está hablando.
No por nada el cierre es con "Hips don't lie" y "Waka Waka", las dos canciones que juntaron a Shakira con un mundial de fútbol. Es decir, el evento más global que existe. Para la colombiana, parece ser el modelo y la intención.
En vivo desde París, en registro de audio y fílmico, replica en buena medida el show que Shakira dio en la Argentina a mediados de año. Musicalmente, el repaso por una cantidad sorprendente de hits está sostenida en un grupo de músicos sólidos como una piedra, fundamentalmente las cuerdas de Tim Mitchell (ex Bob Seger, también director musical del espectáculo) y Grecco Buratto.
La colombiana se mueve con comodidad, aunque sin sorpresas en lo interpretativo. No hay ninguna revelación: el falsete de Shakira es amado u odiado, sin términos medios. Y el registro en vivo, que por momentos lo exacerba, confirmará la valoración de unos y otros. En lo visual, lo felino de sus movimientos es impactante.
Lo que sí sorprende es la firmeza conceptual del querer abarcarlo todo. La idea de Shakira como un espectáculo global, que toma un poco de aquí y de allá, está construida a cada milímetro. Hay mucho de cálculo y algo de audacia (en por ejemplo, la versión de "Despedida" que antecede el peculiar cover de "Nothing else matters", de Metallica).
El transcurso del recital marca el recorrido hecho. El origen y centro magnético de Shakira fue y es el pop rock, algo que muchos olvidaron con sus recientes exhibiciones dance. En el comienzo, "Te dejo Madrid" y, fundamentalmente, "Si te vas" (que no aparece en el disco, pero sí en el DVD del recital) ponen las cosas en su lugar.
Después, la impronta árabe y algunos ritmos colombianos forman un hilo homogeneizador para expresiones culturales diversas, desde el reggaeton de "La tortura" hasta la típica balada para FM estadounidense "Underneath your clothes".
La cantante se asume como global y visible al máximo en el star system también en otros aspectos. Al cambiar la letra de su vieja canción "Inevitable" y tirar "Si es cuestión de confesar / no sé preparar café / y ahora entiendo de fútbol" ella sabe que todos saben de lo que está hablando.
No por nada el cierre es con "Hips don't lie" y "Waka Waka", las dos canciones que juntaron a Shakira con un mundial de fútbol. Es decir, el evento más global que existe. Para la colombiana, parece ser el modelo y la intención.
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